martes, 23 de noviembre de 2010

Actitud Alfa

Ahora viene el momento en el que te explico la postura alfa. La actitud alfa es la actitud dominante de la manada, es la actitud líder de grupo. El grupo de amigos espera la opinión del alfa para ir a un bar u otro. El grupo de amigos están contentos de esa noche salir con él. Es Increíble. Así podremos sacar unas características del Alfa.

1.- Es Seguro de sí mismo y ofrece seguridad
2.- Es independiente y aventurero
3.- Tiene todo a su control
4.- Sin él no habría NADA.
5.- Es interesante, es imprescindible.
6.- A todo el mundo le gustaría conocerle
7.- Es el más sociable
8.- Todo el mundo se para a saludarle
9.- Mucha gente quiere ser como él.
10.- Es lo mejor y es único.

Deberías meterte esta idea en la cabeza. Tu eres Dios tu eres alfa.
El Alfa tiene una forma de ser tranquila y segura, sus movimientos son lentos y pausados. Te hace un favor si habla contigo. Todo el mundo le conoce. No tiene problemas por nada.

Al alfa no paran de hacerle favores. Pero el casi no hace. El mayor favor que puede hacer es hablar con la gente, de lo que él quiera y cuando él quiera. No da copas a chicas, ni cigarros. Cuando le piden él responde: “Invítame tu a un cigarro en vez de dártelo yo, que me quedan pocos” Pero este alfa nunca da la pinta de prepotente. Ni cambia su naturalidad.

Cuando le piropean, él contesta con un simple “gracias”, y si le dice algo que no le gusta, simplemente le ignora como si no hubiera escuchado nada.

Es independiente, no necesita de nadie, la gente necesita de él. Es aventurero, emprendedor, ambicioso, independiente. Es experimentado. No es prepotente ni cantamañanas. No tiene miedo de nada ni de nadie.

Que nada te identifique, para crear más misterio, es decir: no lleves chapas o colgantes de tus ídolos, ni camisetas con mensajes, ni que tu música en el móvil sea tecno o David Bisbal. Ser cortés está bien, ser pelota está fuera de lugar. Sorprende a tu objetivo!

Nada le supera, controla todas las situaciones, es dueño de sí mismo. Y dueño de la realidad en la que vive, todo a su dominio y control. Un claro ejemplo es James Bond 007.

Recuerda también que la humildad es una virtud, no te conviertas en un prepotente, ni en un cantamañanas. Tampoco es buena la falsa modestia. Debes calibrarte eso.

Estaría bien que te leyeses esto antes de abordar o antes de salir. Y te lo debes de creer y meter en la cabeza. Porque es así. Quizás sea un poco agresivo, pero estas son las actitudes que debes de tomar.

1. Eres lo mejor que le puede pasar a esa chica. Nadie la va a hacer sentir como tú
2. Vas a lograrlo. Vas a conseguir tu objetivo.
3. Sé tú mismo. No intentes imitar una personalidad o una forma de ser que te ha gustado.
4. Recuerda que una vez que sepas estas técnicas y las practiques correctamente te resultaron muy fácil con seguir un beso de la inmensa mayoría de las chicas.
5. No te debe afectar el rechazo. Si no te destrozarás por dentro. Simplemente aborda a las chicas en intenta llegar lo más lejos que puedas.
6. Eres único. Si ella supiese como eres y como la ibas a tratar se quedaría contigo si dudar.
7. Eres alfa
8. Estás seguro de tu triunfo

lunes, 22 de noviembre de 2010

El papel del atractivo físico en el proceso de seducción: Una aclaración definitiva.

Aclaremos esto desde el principio: tanto si eres una mujer como si eres un hombre, no hay ninguna duda de que ser físicamente atractivo es una ventaja inicial muy importante a la hora de ligar, y no deberías confiar en nadie que te dijera lo contrario: o te está mintiendo deliberadamente, o ha vivido encerrado en el interior de una cueva durante toda su vida. No sabría decirte qué es peor.

Si eres atractivo, si eres de los que derrite a las mujeres con tan solo una mirada, entonces, enhorabuena, aprovecha lo que tienes. Úsalo.

Pero si no eres particularmente atractivo, no dejes que eso te acobarde. Lucha. Pelea. Desarrolla tu carácter y llegarás hasta cosas que ni siquiera creías posibles.

El mayor error que encuentra un hombre a la hora de intentar seducir a una mujer es creer que el físico lo es todo. Aunque la sociedad imponga la moda y las tendencias y ese también es un motivo por el que te sientas tan “determinado” por el físico, te darás cuenta que los sentimientos profundos ganan al físico.

A pesar de que las mujeres están también interesadas en el aspecto físico, están más interesadas aún en cómo las haces sentir.

¿Es importante mi apariencia para conquistar mujeres?


Si es importante, pero no de la manera que crees. Los hombres juzgamos a las mujeres principalmente por su apariencia: pechos, nalgas, cara, cintura, ojos, cabello etc. Más que nada, lo que nos excita de ellas es su apariencia física. Así que es natural que uno piense que funciona igual para ellas. Sin embargo, no es así. Las mujeres le atribuyen mucha menos importancia a la apariencia de un hombre y mucha más importancia a como ese hombre las hace sentir.
Una buena apariencia –cuerpo atlético, buena cara, y las ropas adecuadas- harán que ellas más fácilmente te presten atención al principio. De ahí en adelante, lo más importante es como las hagas sentir. Así es que, si, tendrás mas oportunidades iníciales con ellas mientras mejor apariencia tengas, pero es tu habilidad para hacerlas sentir mariposas, escuchar campanitas y sentir choques eléctricos lo que te hará ser deseado por ellas, y no tu apariencia.   
En resumidas cuentas, si no tienes fama, riqueza, poder o un gran atractivo físico, vas a tener que emplear tu personalidad para conseguir que ellas se sientan bien a tu lado. Tu personalidad es la más eficaz de las armas que tienes.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Frases y diálogos para vacilarle correctamente a una mujer e inyectar tensión del tipo adecuado entre ambos, convirtiéndote así en un desafío interesante para ella.

Te hacen falta clases privadas

Esta es una de mis frases favoritas en esta categoría. Es muy versátil y puedes utilizarla en los contextos más diversos.

Siempre que una mujer hace algo delante de mí que no le sale del todo bien, o a veces incluso aunque le salga perfectamente, aprovecho la ocasión para meterme con ella, utilizando esta frase y el diálogo que la acompaña.

 Por ejemplo, recientemente estaba en un bar jugando al billar con una mujer muy atractiva a la que había conocido sólo media hora antes. En un momento concreto de la partida, ella hizo una jugada particularmente mala, echando a perder un golpe obvio.

Como si de un resorte se tratara, eso desencadenó en mí esta respuesta inmediata:

Yo: ¡Pero qué mala eres jugando a esto!

Te hacen falta clases privadas. Yo podría dártelas, pero cobro por ello, y te advierto que no soy precisamente barato ¿Vas a poder pagarme?

Usualmente, las mujeres responden de dos formas diferentes a esta innegable provocación.

Tratando de negar que a ellas les hagan falta clases, y sugiriendo que soy yo quien las necesita:

Ella:
¡Ja, ja! ¿Clases privadas tú a mí? ¡Venga ya! En todo caso, soy yo la que tendría que dártelas a ti, chaval.

En este punto, contraataco fuertemente, con una frase que les hace rabiar:

Yo:
Pues como no sean clases de hacer ganchillo… porque lo que está claro es que esto del billar se te da fatal ¿eh?

De este modo, hecho leña al fuego de la tensión entre ambos y la hago pensar, consciente o subconscientemente:

“Desde luego, este tío tiene narices. Pocos se han atrevido a decirme algo así”

Otra forma habitual que tienen de responder a la provocación es interesándose, entre risas, por esas ficticias clases a las que aludo: ¿dónde?, ¿cuándo?, cuánto?

No hay duda de que ésta es una situación incluso más ventajosa que la anterior. Por ejemplo.

Ella: ¿Y, a ver, cuánto cuestan esas clases?

Yo: MÁS de lo que puedes pagar. Olvídalo. No sé ni por qué te lo he dicho.

De esa forma, la descalifico fingidamente, sugiriendo que no podría pagar todo lo que valgo, aunque se lo propusiera. Con frecuencia, al hacer esto conseguirás que ella vuelva a insistir una vez tras otra.

Ella: Venga ¿cuánto?

Yo: Déjalo. Te escandalizarías si te lo dijera. Esas clases siempre me las cobro en carne.
Hay algunas cosas para las que una niñita inocente como tú no está preparada.

¿Es eso lo mejor que lo sabes hacer?

Estábamos en la playa, librando una guerra de toallas como si fuéramos dos niños. Después de un golpe suyo particularmente fuerte, le digo en tono provocativo:

Yo: ¿Es eso lo mejor que lo sabes hacer? ¡Vamos, hasta un niño puede hacerlo mejor que eso!

Ella: Imbécil. Te vas a enterar.

Con una mano atada a la espalda

En un bar, antes de empezar a jugar una partida a los dardos con ella.

Yo: Sabes que podría ganarte a esto con una mano atada a la espalda, pero como sé que te hace ilusión, voy a darte una oportunidad. ¡Vamos, demuéstrame de lo que eres capaz!

Ella: ¿Qué te apuesta a que te gano?

Yo: Una cena el jueves por la noche. Quien pierde, paga.

Ella: Trato hecho

Y entonces le estrecho la mano para formalizar el acuerdo. Ya que ha salido el tema, hay un comentario adicional que quiero hacerte en este punto:

Es cierto que no se oye muy a menudo pero, con las chicas más competitivas, a veces sucede que te desafían espontáneamente con un ¿Qué te apuestas? Cuando esto ocurra, considérate afortunado. La chica te ha servido en bandeja una oportunidad excepcional que no puedes permitirte pasar por alto.

Tienes que tener una respuesta perfectamente preparada y ensayada con la que responder, automáticamente y sin pensar, a una pregunta así:

Ella: ¿Qué te apuestas?

Yo: Una cena contigo el jueves por la noche. El que pierde paga.

De este modo, pase lo que pase con la apuesta, tú siempre sales ganando.


Eso no te atreves a decírmelo fuera


Cuando una mujer se meta contigo, por estar respondiendo bien al juego que tú has iniciado al meterte en primer lugar con ella, y esté tratando de devolverte el golpe con un comentario provocador o hiriente, mírala fijamente a los ojos y dile en un tono de voz serio:

¡Eso no te atreves a decírmelo fuera!

Al decirlo, muy probablemente provocarás en ella una sonrisa, quizás incluso una carcajada.

Ella: ¡Pero mira qué orejas más pequeñas tienes! Son ridículas.

Yo: Eso no te atreves a decírmelo fuera.

Ella: ¡Claro que sí! - mientras sonríe

Yo: ¡Demuéstralo! Venga, vamos – mientras tiras de su mano.

En algunas ocasiones, he empleado esta técnica, en el interior de una discoteca, para separar a una mujer de su grupo de amigos eficazmente y llevarla hasta afuera, donde poder hablar a solas con ella.

Para conseguirlo, tienes que estar dispuesto a llevar las cosas hasta el final. Después del “¡Demuéstralo! Venga, vamos” cógela del brazo con fuerza y guíala hasta la salida.
Si a la mitad de camino le entran dudas, aproxima tu boca a su oído y susúrrale un “Confía en mí”. Al salir, continúa con un “Me apetecía estar a solas contigo. Parece que ha funcionado ¿no?”, y sonríele abiertamente.
                                                                                             
Si, por el contrario, la chica sido valiente y en ningún momento ha titubeado cuando la conducías hacia la salida, puedes continuar con la interpretación para disfrute de ambos. Al salir a la calle puedes decirle un “Venga, pégame si te atreves” Y acto seguido aprovechas para abrazarte a ella, con el pretexto de “No, mejor no, que a mi cara no le sientan bien los moretones” Es divertido, y podrás abrazarla de un modo espontáneo.

En este momento, en este lugar, yo sin duda

Cuando quedes con una mujer para practicar juntos algún deporte - cosa que te recomiendo ferozmente que hagas, por razones que explicaré con detalle en un boletín futuro - puedes emplear esta frase para provocar un poco a la chica que te acompaña y contribuir a que dé lo mejor de sí misma.

Viene introducida por una pregunta aparentemente inofensiva, que es en realidad la que la hace caer en la trampa.

El ejemplo más reciente que puedo recordar en el que haya utilizado la frase es el siguiente:

Hace poco quedé con una chica preciosa (y muy competitiva) para jugar al tenis. Cuando entramos en la pista, antes de que cada uno se fuera a ocupar su lado, inicié este diálogo:

Yo: ¿sabes quién es el mejor jugador de tenis?

Ella: ¿Quién?

Yo: En este momento, en este lugar, yo sin duda.

Ella: Ja, ja. Ya veremos.

Yo: En seguida, de hecho.

Este no es sino un pequeño ejemplo de las numerosas frases que puedes emplear para meterte con una mujer, tocarle un poco las narices y contribuir a generar tensión del tipo adecuado entre ella y tú.

Por supuesto, hay muchas otras. La lista puede hacerse tan larga como tu imaginación lo permita. Aquí te menciono, de pasada y a modo de epílogo, algunas otras:

No puedes competir contra quien…

No puedes competir contra quien ya se dedicaba a esto cuando tu madre aún andaba cambiándote los pañales. (Especialmente apropiado si la chica es más joven que tú)

Compararse conmigo es salir mal parado

Que sigas intentándolo, de verdad, es una pena

Necesitarás tiritas 
Vas a necesitar mucha suerte 

Puedo chafarte con un pulgar

Tú y qué ejército (de 7 naciones)? 
Espero que sepas aprovecharlas y las utilices a partir de ahora en tus relaciones con las mujeres, para erigirte en desafío para ellas.

Frases y diálogos con los que sugerir una conexión e indicar una similitud de caracteres entre tú y ella.

Tú y yo somos piezas de un mismo puzzle.
Yo: ¿Sabes por qué tenemos la sensación de que nos conocemos desde hace más tiempo del que en realidad ha pasado o transcurrido?
Ella: No, ¿por...?                                                                     
Yo: Bueno, yo tengo una teoría. ¿Te la cuento?
Ella: Claro…
Yo: Es porque tú y yo somos piezas de un mismo puzzle.
¿Sabes de esos puzzles de 5.000 piezas que forman un paisaje?
Ella: Sí.
Yo: Pues hace mucho tiempo, tanto que ya ni siquiera nos acordamos, tú y yo éramos dos piezas contiguas de unos de esos puzzles. Formábamos parte de la hoja de un árbol.
Entonces, alguien con muy mala leche, deshizo el puzzle… y nos separó.
Desde ese momento, tú y yo hemos estado vagando cada uno por su lado…
Hasta el otro día…
El otro día, cuando nos vimos por primera vez, instintivamente nos reconocimos y supimos que estábamos frente a esa pieza del puzzle a la que habíamos estado unidos tiempo atrás.
Por eso, tenemos esa nada frecuente sensación de que nos conocemos desde hace años. Es porque, en realidad, nos conocemos desde hace años.
¿Qué te parece mi teoría?
Ella: je, je... Muy bonita.
Con igual éxito, puedes utilizar estas otras frases de naturaleza similar:
Estamos hechos del mismo barro.
Somos animales de la misma especie.
Estamos en el mismo bando.
Estamos cortados por un mismo patrón.
Te aconsejo que crees una historia interesante para provocar un diálogo sugerente en torno a cada una ellas, tal y como el del ejemplo que te he mostrado al principio.
Una vez que los hayas puesto a punto, memoriza el que más te guste de todos, y empléalo siempre que se te presente la prometedora oportunidad de reforzar esa clase de vínculo, sí de esas uniones que se viven con una intensidad que resulta exagerada cuando se atiende únicamente al criterio del tiempo que hace que os conocíais.

Cómo ser arrogante pero divertido, o cómo vacilarle a una mujer de tal forma que te conviertas en un desafío interesante para ella.

Muchos hombres se comportan con las mujeres de un modo que les hace parecer mortalmente aburridos y monótonos.

Ciegamente guiados por su deseo de no cometer con ellas ningún error que les reste opciones, caen en el más grave y letal de todos: inadvertidamente se vuelven un rollo completamente indigestible para las mujeres a las que, paradójicamente, se suponía que tenían que entretener, fascinar y hacer reír a carcajadas.

No sólo eso, con sus semblantes serios, su predictibilidad absoluta y sus siempre comedidos discursos, totalmente quitados de picardía y dobles significados, se convierten en cualquier cosa menos en un desafío para esas mujeres hacia las que sienten atracción.

¿El resultado? ¡Adivínalo!

Muerte por sobredosis... de aburrimiento, claro.
Es peor de lo que parece, porque cuando una mujer te ha encasillado como a un tipo serio, aburrido y predecible, es muy difícil hacerla cambiar de opinión.

A las mujeres (particularmente a aquellas atractivas y con una saludable dosis de autoestima) les gustan los desafíos. Les gusta luchar por los hombres que desean conseguir, y no sienten interés alguno cuando, desde el principio, se les da todo resuelto.

¿He sido suficientemente claro?

En general, ellas disfrutan mucho más que nosotros con ese cosquilleo en el estómago que aparece cuando no sabes con certeza si la persona que tanto te atrae siente o no lo mismo por ti.

Consigue que esto te entre en la cabeza y que quede cristalinamente claro y sólidamente asentado allí:

Cuando una mujer te interesa, debes intentar con todas tus fuerzas crear una tensión no del todo resuelta entre tú y ella.

Tienes que conseguir que nunca logre leer de forma inequívoca lo que sucede entre los dos. Haz todo lo que esté en tu mano para evitar que llegue a estar segura, demasiado pronto, del juego al que juegas. Tienes que confundirla, hacerla dudar, aturdirla… del modo correcto.  Deja que tenga la sospecha de que le gustas, sí, pero que no adquiera certeza de que verdaderamente es así hasta que estéis deshaciendo juntos una misma cama. Es decir; que sospeché que le gustas, si, pero que dude que es así - que dude que le gustas.
Pero, al mismo tiempo, tampoco te conviertas en un tipo que, a las primeras de cambio, declara su amor incondicional y eterno hacia una mujer a la que, en realidad, apenas conoce. Eso es ponérselo demasiado fácil y, de paso, conseguir que pierda totalmente el interés por ti.

Relájate, esto es un juego. Disfruta simplemente de él. Conviértelo en un fin en sí mismo. Sin prisas, sin agobios. Olvídate por un instante del resultado. Deja a un lado el marcador. Pasa del “Ganar o Perder”

He aquí un secreto: cultiva esa actitud que consiste en mostrar una indiferencia absoluta hacia el resultado de tus interacciones (relaciones) con las mujeres, e instantáneamente habrás multiplicado por diez tu poder de atracción.

Juega, disfruta, ríe, pero hazlo siempre con la actitud adecuada, ésa que dicta que todo cuanto importa es pasar un buen rato, y que siente un desprecio rotundo por qué sucede y, en particular, por qué piensan los demás sobre ello.

 Aprende a tocarle un poco las narices a las chicas que quieres conquistar, a meterte con ellas de un modo divertido y creativo que las estimule y te erija en desafío que merezca la pena conquistar.

Si recibes contraataques, comentarios del tipo “eres un imbécil…”, seguidos de golpecitos de fingida molestia, entonces no te quepa la menor duda de que estás en el camino adecuado. Sigue por ahí.