jueves, 18 de noviembre de 2010

Cómo ser arrogante pero divertido, o cómo vacilarle a una mujer de tal forma que te conviertas en un desafío interesante para ella.

Muchos hombres se comportan con las mujeres de un modo que les hace parecer mortalmente aburridos y monótonos.

Ciegamente guiados por su deseo de no cometer con ellas ningún error que les reste opciones, caen en el más grave y letal de todos: inadvertidamente se vuelven un rollo completamente indigestible para las mujeres a las que, paradójicamente, se suponía que tenían que entretener, fascinar y hacer reír a carcajadas.

No sólo eso, con sus semblantes serios, su predictibilidad absoluta y sus siempre comedidos discursos, totalmente quitados de picardía y dobles significados, se convierten en cualquier cosa menos en un desafío para esas mujeres hacia las que sienten atracción.

¿El resultado? ¡Adivínalo!

Muerte por sobredosis... de aburrimiento, claro.
Es peor de lo que parece, porque cuando una mujer te ha encasillado como a un tipo serio, aburrido y predecible, es muy difícil hacerla cambiar de opinión.

A las mujeres (particularmente a aquellas atractivas y con una saludable dosis de autoestima) les gustan los desafíos. Les gusta luchar por los hombres que desean conseguir, y no sienten interés alguno cuando, desde el principio, se les da todo resuelto.

¿He sido suficientemente claro?

En general, ellas disfrutan mucho más que nosotros con ese cosquilleo en el estómago que aparece cuando no sabes con certeza si la persona que tanto te atrae siente o no lo mismo por ti.

Consigue que esto te entre en la cabeza y que quede cristalinamente claro y sólidamente asentado allí:

Cuando una mujer te interesa, debes intentar con todas tus fuerzas crear una tensión no del todo resuelta entre tú y ella.

Tienes que conseguir que nunca logre leer de forma inequívoca lo que sucede entre los dos. Haz todo lo que esté en tu mano para evitar que llegue a estar segura, demasiado pronto, del juego al que juegas. Tienes que confundirla, hacerla dudar, aturdirla… del modo correcto.  Deja que tenga la sospecha de que le gustas, sí, pero que no adquiera certeza de que verdaderamente es así hasta que estéis deshaciendo juntos una misma cama. Es decir; que sospeché que le gustas, si, pero que dude que es así - que dude que le gustas.
Pero, al mismo tiempo, tampoco te conviertas en un tipo que, a las primeras de cambio, declara su amor incondicional y eterno hacia una mujer a la que, en realidad, apenas conoce. Eso es ponérselo demasiado fácil y, de paso, conseguir que pierda totalmente el interés por ti.

Relájate, esto es un juego. Disfruta simplemente de él. Conviértelo en un fin en sí mismo. Sin prisas, sin agobios. Olvídate por un instante del resultado. Deja a un lado el marcador. Pasa del “Ganar o Perder”

He aquí un secreto: cultiva esa actitud que consiste en mostrar una indiferencia absoluta hacia el resultado de tus interacciones (relaciones) con las mujeres, e instantáneamente habrás multiplicado por diez tu poder de atracción.

Juega, disfruta, ríe, pero hazlo siempre con la actitud adecuada, ésa que dicta que todo cuanto importa es pasar un buen rato, y que siente un desprecio rotundo por qué sucede y, en particular, por qué piensan los demás sobre ello.

 Aprende a tocarle un poco las narices a las chicas que quieres conquistar, a meterte con ellas de un modo divertido y creativo que las estimule y te erija en desafío que merezca la pena conquistar.

Si recibes contraataques, comentarios del tipo “eres un imbécil…”, seguidos de golpecitos de fingida molestia, entonces no te quepa la menor duda de que estás en el camino adecuado. Sigue por ahí.

3 comentarios:

  1. Desde un punto de vista técnico entiendo lo que aquí dice y resulta cierto. Es una pena, sin embargo, ver que ser buena persona es al pedo y que, por ende, somos un animal más, y nada más.

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